jueves, 3 de octubre de 2013

Caracol


Me voy volviendo para adentro como el caracol, escondo la babita entre paredes de nácar y me siento en casa...
Salir me cuesta una taquicardia cada tres minutos. ¿Qué hay afuera para mi? Todavía no puedo verlo, pero estoy intrigada. Me dan miedo mis manos y mi boca, soy gregaria por naturaleza y estoy cagona para encaramarme en una dupla...Me siento fragmentada, pixelada, borrosa y fuera de foco. Mejor meterme en la cama y esperar el día? Creo que voy a tener que hacer tripas corazón y bancarme el rocío de la noche, con paso inseguro voy a extender mis antenitas, voy a tocar algo con la punta de los dedos.
Descubrí sin querer que estoy hecha para el amor.
Lo bueno
Lo bueno de no esperar nada es que no hay modo en que no te sorprendas. Todo el parque de diversiones está encendido, estás primero en la fila, dás con la talla y tenés el tiket en el bolsillo de atrás del jean. Lo malo, te morís de miedo, tenés la boca seca, necesitás un abrazo, más que nunca, un cinturón de seguridad que te permita soportar el bamboleo de un Samba, ponele. Aunque un moretón no es caída, tengo que andar con cuidado, estoy muy sensible a los porrazos.

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